1 Memo Rojas II
2 Esteban Gutiérrez
3 Sergio Pérez Mendoza
4 Yair Godìnez
5 Salvador Durán

Histórica 043
Marzo 25 de 2008
Por Carlos E. Jalife Villalón
Fotos: Autor y familia Solana

La Histórica Victoria de Moisés en Grupo 7

Hay momentos grandes en la historia del deporte y están por cumplirse 40 años de uno de esos, protagonizado por uno de los legendarios pilotos mexicanos de F1, quien en marzo de 1968 fue profeta en su tierra…

 

 

 



Los autos de Grupo 7 eran biplazas de ruedas cubiertas, tanto coupés como spyders, sin límite de cilindrada en sus motores, por lo que realmente eran en la década de los años 60, cuando surgieron, los más veloces del mundo en pistas amplias de curvas rápidas, aunque nunca podrían compararse con los F1 en circuitos trabados y no tenían la resistencia para competir con los grandes prototipos de cilindrada ilimitada como los Ford MkIV que ganaron Le Mans en 1967 o los Porche 917 de 1970-71. Eran pues, los Grupo 7, de los que propiciaron el desarrollo tecnológico en esa década y dieron algunos superautos a la historia, en particular los McLaren M6 y M8 y, posteriormente, los Porsche 917/10 y 30 y los Shadow.

La principal serie en la que competían era llamada United States Road Racing Championship (USRRC), que había tenido su génesis en las carreras de primavera/verano en Estados Unidos, incluso Pedro Rodríguez ganó en 1963 una en la noroesteña pista de Kent, cerca de Tacoma, con un Genie, y se completaban con las fechas de otoño en Riverside y Laguna Seca. Pero para 1966 se creo el Reto Canadiense-Americano (gringo) o sea el Can-Am, que empezaba en el verano en EU y tenía algunas pistas canadienses como Mosport y Mt. Tremblant contempladas, además de una mayor participación internacional. Esto forzó al USRRC a convertirse en un campeonato del primer semestre del año dejando el segundo para Can-Am y en 1968 el USRRC se transformó en NARCC – North American, pues incluía pistas en México y Canadá en su temporada, que sería la última que se corrió. Y el campeonato arrancó precisamente en México en 1968, con el I Premio Ciudad de México el 31 de marzo, donde vinieron equipos anglo-norteamericanos de todos tipos a enseñarle a los mexicanos como se corría, y recibieron una gran sorpresa.

Moisés, quien tenía un Lola T70 MkIII, con motor de 333 pulgadas cúbicas Chevrolet con el cual había corrido las fechas de Las Vegas y Riverside en 1967 en el USRRC, había ordenado un McLaren M6B a la fábrica inglesa y el auto arribó el lunes anterior a la carrera, junto con el motor Chevrolet 350 (pulgadas) preparado por la firma californiana de Traco, misma que hacía las máquinas para equipos como Penske Racing. Los entrenamientos libres empezaban el jueves y en las instrucciones de armado del auto se decía que se necesitaban cuatro mecánicos trabando durante una semana para dejarlo a punto, pero los Solana, liderados por el ‘Viejo’ José Antonio, papá de Moisés, lo tuvieron listo el jueves en la noche, pues Moisés no necesitaba practicar en la pista de la Magdalena Mixiuhca, la cual conocía a la perfección. Eso liberó el Lola para que lo usara Hernán, su hermano menor, más conocido como ‘Nanán’, quien estaba inscrito provisionalmente. El propio Nanàn recuerda que el motor de Traco tenía un filtro de aceite que no parecía caber en lado alguno y cuando Moisés le preguntó al ‘Viejo’ que donde iba, el ‘Viejo lo tomó, lo vio y lo aventó a la basura y dijo: “Ahí”. El desconfiado Moisés le preguntó el viernes a la gente de Traco –que arribó con el equipo Penske para poner a punto la carburación del motor del McLaren de Mark Donohue–; ellos vieron el filtro y reconocieron que pertenecía a un motor marino y debió ser enviado por equivocación, así que Moisés lo regresó a la basura.

Entre los inscritos destacaba el propio Mark, quien se coronaría en el NARRC ese año, pero también estaba Skip Scott, del Carl Haas Racing, en un Lola T70, y Peter Revson, del Shelby American, en otro T70, pero con motor Ford. Habóa algunos Mclaren más, para Lothar Motschenbacher, el heredero canadiense George Eaton, Jerry Crawford, Ron Courtney y el campeón canadiense Ludwig Heimrath. Los del bando de Lola incluían a Bud Morley, Jerry Entin, Chuck Parsons, Jack Millikan y George Hollinger, además de los antes mencionados. Y había también un par de Porsches 906 con carrocerías de fibra pero motores muy chicos, para Werner Frank y para el mexicano Rubén Novoa. El contingente nacional lo completaban Paco Piñeiro en un Lotus 40 y Freddy van Beuren en un McLaren más viejo, mientras que los autos singulares de la invasión anglófona eran los del naciente estrella Sam Posey, un Caldwell D7B, y del amateur Max Beimler, un raro chasis Chinook.

Los entrenamientos calificados empezaron el viernes, y los autos pasaron mucho tiempo ajustando sus carburadores a la altitud de la ciudad de México, como era usual en las carreras internacionales. Moisés tuvo algunos problemas con su auto, la apresurada armada del mismo fue corregida pacientemente según sus instrucciones y el auto fue mejorando poco a poco sus tiempos, mientras se corregía una diferencia en la altura entre el lado izquierdo y el derecho. Para el sábado ya el auto estaba dando más de 300 kph al final de la recta y Moisés simplemente se adaptaba a sus características, aunque le faltó tiempo en la calificación para ponerse en el primer sitio. Donohue voló el motor y en vez de cambiarlo pues tenía otro y varios le ofrecieron su repuesto, decidió no correr para evitar una derrota cantada por los problemas sufridos en los entrenamientos con la puesta a punto.

El domingo 31 en la mañana, tras el calentamiento, uno de los invitados especiales en los fosos era pedro Rodríguez, quien llevó a su padre y a su hermano Alejandro a las carreras, pero declinó correr pues el McLaren viejo que le ofrecía Javier Velázquez –organizador también del Gran Premio de México –no era propicio para la victoria. Los pilotos estadounidenses pensaban que la victoria quedaría entre los Lola de Revson y Scott, y no l e daban mucha oportunidad a los mexicanos, pero Moisés estaba confiado en que podía ganar y así lo comentó antes de la carrera a varios amigos. El banderazo lo dio Velázquez, y la batalla se dio entre los favoritos, mientras Motschenbacher, Posey y Parsons envcabezanab el pelotón que los seguía. Moisés se quedó un poco para probar el auto y luego empezó a pasar uno a uno a sus rivales, por lo que pronto estaba asediando al líder Scott, tras dejar atrás al afamado Revson. Un par de vueltas le dio batalla el Lola anaranjado antes de que Moisés lo pasara y se empezara a despegar. Revson paró en los foso y regresó a rescatar el tercer sitio con varias vueltas rápidas, pero la carrera estaba del lado azteca. Nanán se batió peleando el quinto sitio con Posey y otros, pero en la vuelta 27, de 50 pactadas al circuito de 5 kilómetros, sufrió un problema en la suspensión y acabó en la barrera en plena recta frente a los fosos.

Moisés le sacaba medio segundo por vuelta a Scott y cuando lo tuvo a 20 segundo aflojó un poco y lo dejó acercarse para terminar la carrera en 93 minutos y 36 segundos, con 13” de diferencia sobre el estadounidense y Revson completó el podio, pero otros 29” detrás de Skip. Las tribunas del autódromo capitalino estaban atestadas y el público le tributó una larga ovación al piloto que había batido a los ases extranjeros, además de vitorearlo en su vuelta de triunfo, la cual dio con Javier Velázquez en el segundo asiento del McLaren. Al terminar, en el podio se le unió don Alejo Peralta, el patrocinador y amigo de Moisés, quien con su empresa IUSA lo había apoyado en toda su carrera y festejaron el triunfo nacional, haciendo proyectos ambiciosos para correr todo el campeonato 1968.

Los 10 primeros en esa carrera hace 40 años fueron:
Lugar Piloto Vueltas
1 Moisés Solana 50
2 Skip Scott 50
3 Peter Revson 50
4 Sam Posey 50
5 Bud Morley 50
6 L. Motschenbacher 50
7 Jerry Entin 49
8 Chuck Parsons 49
9 George Eaton 48
10 Jack Millikan 47

Lamentablemente, Moisés moriría en el mismo McLaren 15 meses después y la carrera de mejor piloto mexicano de la historia en pistas nacionales se vio truncada cuando estaba en plenitud. Pero el recuerdo queda de la primera gran victoria internacional de un mexicano en México.

© CEJV/SHRAC/2008