Histórica
030
Marzo de 2007
Por Carlos Eduardo Jalife Villalón
Alexis
Callier, el fotógrafo coleccionista de Ferrari
En Bélgica,
al sur de Gante, hay una zona de casas con amplios jardines,
donde la vida parece remontarse la tranquilidad de mitad
del siglo pasado. Ahí, en medio de la calma tiene
su base uno de los fotógrafos amateurs más
reconocidos del mundo, además de ser uno de los coleccionistas
más importantes de fotos de Ferrari, si no el más:
su nombre Alexis Callier.
Ha colaborado en decenas de libros con material propio y
que ha comprado a lo largo de los años, de otros
buenos fotógrafos como, por ejemplo, Eric de la Faille,
y tiene un archivo impecablemente organizado desde el cual
comparte la pasión automovilística por todo
el mundo.
Alexis es también pieza fundamental del Club Ferrari
de Bélgica y se encarga de producir su libro anual
en el cual detallan las aventuras, competencias y viajes
de su membresía durante el año, con muchas
fotos del propio Callier como participante activo, pero
además siempre tienen artículos de investigación
histórica profunda, que Alexis dirige e ilustra con
su trabajo. Es un ejemplar de colección, generalmente
accesible sólo a los miembros, el cual se edita anualmente
y cuenta ya con 18 números, siendo una de las publicaciones
más reconocidas entre los clubes oficiales de Ferrari
en el mundo.
La oficina de Callier está en un anexo climatizado
de su casa y, a simple vista, no tiene mucho de distinto
a una normal, excepto porque sus vitrinas guardan colecciones
de autos, casi todos en escala 1/43, pero lo de él
son Ferraris y autos significativos de Bélgica, su
patria, con pilotos clásicos como Jacky Ickx, Willy
Mairesse, Lucien Bianchi y Olivier Gendebien. Y en las paredes
tiene decenas de placas de eventos automotores en que ha
participado, aunque confiesa “no soy un piloto muy
rápido, pero me divierto”.
Pero hay también una serie de muebles de madera sin
mayor distinción y es ahí donde están
los tesoros. Al abrirlo hay álbumes que tienen ordenados
por evento cronológicamente por años fotos
suyas desde los años 50, pero también las
que ha adquirido, cambiado o recibido como regalo a través
de los años. Nos pone a prueba y dice: “Menciona
una carrera”. Yo lo hago y digo, “Nassau 1959”.
Abre una puerta, saca unos álbumes, hojea varios
hasta que llega al que tiene diciembre, y los eventos de
la Semana Internacional de la Velocidad en Bahamas y muestra
fotos de las carrera, los pilotos y los autos, con énfasis
claro en Ferrari, sus pilotos y sus equipos. Repetimos la
prueba en los años 60 y luego en los 70 y la respuesta
nos deja mudos de la impresión de ver tantas fotos,
tan buenas y tan diversas.
Pero Alexis no es un atesorador per se. Él comparte
su colección con autores de todo tipo de materiales
acerca de autos, y frecuentemente es uno de los expertos
que lidera la investigación de fotos obscuras con
su ojo clínico para el detalle y su conocimiento
de haber fotografiado durante décadas. De hecho,
cuenta que empezó a sacarlas, ”como medio para
poder ir a las carreras, se las daba a algún amigo
periodista o publicación y ellos me acreditaban.
Así viaje por muchos lados del mundo. Es una pasión
que se lleva en la sangre”. Y muchas de sus fotos
están en las 592 páginas de mi libro Los Hermanos
Rodríguez, que apareció hace unas semanas.
Pero Alexis no es infalible en su historia y veo que también
tiene algunas dudas, que escribe en lápiz en el reverso
de las fotos y va corrigiendo con el tiempo. Me interroga
acerca de personas cercanas a los Rodríguez que aparecen
en las fotos y así va cambiando nombres y quitando
signos de interrogación a su colección. El
tiempo pasa volando entre la historia que detalla en sus
archivos y pienso que en Japón ya hubiera sido nombrado
tesoro nacional viviente. Pero en el automovilismo es una
leyenda viviente.
© CEJV/SHRAC 2007
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