Histórica
011
Agosto de 2004
Por Carlos E. Jalife Villalón
La libertad de
elegir*
En el automovilismo,
como en otras muchas cuestiones hay veces que más
importa más estar en el lugar adecuado que haberse
preparado para un evento. Son muchos los ejemplos de victorias
inesperadas y también de tragedias inesperadas. Precisamente
esta últimas nos quitaron a los tres grandes pilotos
del período clásico del automovilismo mexicano
en menos de nueve años. Y las tres pudieron ser evitadas,
pero fue la elección libre de los tres ases. La mortaja,
dicen, del cielo baja.
1962 - Ricardo
Rodríguez y el récord libre:
Ricardo fue nuestro primer piloto de F1, debutó en
1961 cuando apenas tenía 19 años de edad,
y fue el piloto más joven en obtener puntos y en
salir en primera fila en una parrilla de Gran Premio. Para
1962 seguía en el equipo oficial de Ferrari pero
el equipo no fue tan exitoso como en 1961 cuando obtuvo
el título, y los de Maranello decidieron no acudir
al final de temporada en Norteamérica, el GP de Estado
Unidos y el GP de México, que se celebraría
por vez primera como evento no puntuable.
Cuando Ricardo supo esto contactó a Rob Walker, dueño
de un equipo de F1, que tenía vacantes por el desafortunado
accidente de Stirling Moss, su piloto estelar, a principios
del año en Goodwood. Rob tenía un Lotus 24
privado con motor Climax que podía rentar al mexicano
y quedaron de acuerdo en precio, división de premios
y fechas de llegada a la capital mexicana.
El GP de México se celebraba el 4 de noviembre, pero
la pista se abría el jueves 1 de noviembre para las
primeras prácticas puesto que los pilotos no conocían
el circuito y eso les daba un día extra para aclimatarse.
El Lotus 24 llegó a México y Alf Francis,
el mecánico del equipo, fue recibido por mexicano
y llevado al autódromo a fin de preparar el auto.
Este iba marcado con el número 1, y el jueves fue
el primero en salir a la pista y prontamente impuso un registro
para la categoría, el cual fue bajando con más
práctica, pues el auto era muy distinto al Ferrari
156 que acostumbraba manejar. Finalmente dejó la
marca en 2 minutos y 4 segundos para el circuito de 5 kilómetros,
y poco antes de las 5 de la tarde se bajó y se cambió
para irse a una fiesta previa al Gran Premio ofrecida por
los organizadores. El auto tenía una fallita de carburación
y los mecánicos siguieron trabajando en ella.
Sin embargo, en esos momentos llegó su padre, Don
Pedro, quien andaba en la aduana recibiendo el Ferrari de
calle de Ricardo, enviado por barco desde Italia a Veracruz.
Don Pedro no había visto rodar a Ricardo y se decepcionó
de haber llegado tan tarde. Coincidió con que en
ese momento John Surtees, en un Lotus prestado, bajaba el
récord de Ricardo a 2’03.8”, lo cual
fue anunciado en los altavoces. A Ricardo Alf le avisó
que la falla ya estaba arreglada y Ricardo quería
dejar el récord en manos de un mexicano y además
mostrarle a su padre como andaba por lo que se vistió
de nuevo y ordenó a Alf que le preparara el auto
para volver a salir.
Antes de salir también comentó que oía
un ruidito atrás y quería ver si seguía,
por lo que se subió al auto dejando a Sara con la
promesa de que no tardaba en regresar. Era poco más
de las cinco pero, aunque se suponía que las prácticas
habían acabado, todavía rodaba Wolfgang Seidel
en la pista y no hubo objeción en que saliera. Ricardo,
tras besar la mano de su padre, arrancó, dio un vuelta
tranquila y al pasar frente a los fosos saludó haciendo
la seña de que iba por el récord. Lo oyeron
alejarse hasta la Horquilla y luego regresar por las Eses
hacia la recta del óvalo y entrar a la Peraltada,
pero de súbito se oyó un ruido anormal, un
cambio de ritmo en el motor y un golpe seco.
Todos corrieron a la parte central de la Peraltada, donde
el Lotus yacía tras el impacto y Ricardo se desangraba
después del impacto. No se pudo salvarlo y llegó
muerto al hospital. Luego vendrían las coincidencias
de la ‘maldición de los unos’ que se
dice influyeron para su trágica muerte: Era el primer
día de entrenamientos del primer GP de México,
y Ricardo traía el auto 1, que fue el primero en
salir a la pista, y el primero en implantar un récord
de pista, además de ser el primer mexicano en obtenerlo;
fue al primero que le rompieron el récord y el primero
en intentar recuperarlo; era la primera vez que usaba su
casco nuevo; era el primer día del mes de noviembre
(cuya representación es 11 o sea dos unos); y era
la primera vez que la F1 (otro uno) estaba en México.
Era la primera vez que corría algo distinto a un
Ferrari en F1, y otros unos más.
El caso es que corrió en un auto que no era suyo,
en un equipo que no era suyo y regresó a la pista
por recuperar un récord libre sin importancia pues
no era oficial todavía. Y ni todos los unos del mundo
ni la falta de ellos lo podía haber salvado. Era
hora de rendir cuentas por un récord libre que podía
haber esperado a ser oficial al día siguiente.
1969 - Moisés
y la pista libre
En 1969 Moisés Solana era el mejor piloto ‘nacional’
que hubiera existido jamás, virtualmente invencible
en México. A veces corría fuera de la patria,
aunque su profesión, era el mejor delantero de jai-alai,
quizá, del mundo, lo mantenía cerca de los
frontones y no le daba tiempo de tomarse una temporada internacional
en forma.
Sin embargo, en junio de ese año había sido
vencido en el V Premio Benito Juárez, al quedar segundo
en la clase Libre con su Mustang. No había usado
ni el McLaren ni el Lola que poseía, ambos Grupo
7, y la prensa, alentada por algunos incentivos monetarios
de sus rivales empezaba a decir que ya era tiempo de que
se retirara y dejara el paso a los nuevos valores.
Moisés tomó muy a pecho las críticas
y se preparó a conciencia para la siguiente fecha
importante del calendario mexicano, el Hill Climb de Bosencheve,
la zona boscosa aledaña a la presa de Valle de Bravo.
Un piloto de Torreón, novel pero hablador, llamado
Ricardo Rodríguez Cavazos, hablaba de que iba a vencer
a Moisés y retirarlo. Y los periodistas hacían
eco, cansados de lo predecible que se había vuelto
el automovilismo mexicano, pues Moisés siempre ganaba.
Moisés eligió usar el Aclaren para el Hill
Clima. Practicó el fin de semana e incluso siguió
en una ocasión al Lola de Rodríguez Cavazos
para medirlo y luego comentaría que no era rival
de cuidado pues no tomaba bien las trayectorias ni manejaba
con precisión. Y en el sorteo para la arrancada,
que era a intervalos de un minuto, Moisés quedó
dos sitios detrás del novato. Como para él
era obvio que lo iba a alcanzar sin problemas, le pidió
a los organizadores que le dejaran salir adelante, con la
pista libre. Los organizadores accedieron si los pilotos
aceptaban y los dos que estaban delante de Moisés
lo hicieron, por lo que el astro tuvo el camino sin enemigo
al frente, y sin estorbos que pudieran afectar su triunfo.
Sin embargo, el destino quiso que Rodríguez Cavazos
abandonara en el kilómetro 3 de la subida, por lo
que nunca hubiera sido peligro para Moisés, pero
eso nunca lo sabría Solana, quien manejó como
si realmente alguien pudiera poner en duda que iba a tener
el mejor tiempo. Había mucha expectación por
ver a Moisés y a sus rivales, y el mejor piloto mexicano
en pistas nacionales, salió dispuesto a refrendar
su honor. Los testigos, entre ellos muchos otros pilotos
que habían declinado competir por saber que Moisés
no podía perder en ese Hill Clima que conocía
a la perfección, lo oyeron acercarse por la carretera
que cruzaba el bosque silencioso desde kilómetros
antes, gracias a los más de 600 caballos de fuerza
del motor Chevrolet V8 de Traco que propulsaba su McLaren,
cargado con 60 litros de combustible para hacerlo más
estable, aunque no necesitara ni la mitad de esa cantidad
para cubrir el recorrido.
Antes de salir, Moisés les había aconsejado
a algunos pilotos cuidarse de una curva que tenía
un vado y podría ser peligrosa, no tomarla arriba
de 100 kilómetros por hora. Y cuando él se
acercó a esa curva se encontró con que venía
a mucha más velocidad de la que él mismo recomendaba.
Pero podían más sus reflejos e instinto que
una curva y frenó a fondo, bajó velocidades
en la caja hasta la segunda, y aunque salió pasado
en una línea abierta, ya iba acelerando sin problemas
y cambió a tercera de subida a una velocidad equivalente
a 160 kph. Pero el McLaren era muy bajo y no se podía
ver la punta y al haber abierto la línea tocó
una guarnición de concreto al borde de la carretera
y el auto dio un brinco y cayó hacia fuera, a un
pequeño barranco, volteado. Nunca pudieron apagar
el fuego, la bomba de combustible siguió alimentándolo
hasta que se consumió solo, con Moisés atrapado
abajo del auto. Y en momento de presión artificial
creado por la prensa a raíz de una rara derrota,
Moisés cayó innecesariamente pues de haber
salido en el lugar que le tocaba habría visto a su
rival abandonar y habría tomado con calma las cosas.
Pero la pista libre que tuvo frente a él lo llevo
sin atajos a la cita final.
1971 - Pedro
y el fin de semana libre:
En julio de 1971, Pedro Rodríguez, hermano de Ricardo,
fallecido casi nueve años antes, era uno de los dos
o tres mejores pilotos del mundo. Acababa de lograr el bicampeonato
de pilotos en el Mundial de Autos Sport (Marcas) manejando
el ferozmente veloz Porsche 917 y marchaba tercero en el
de Fórmula Uno con el equipo BRM. Había corrido
algunas pruebas de NASCAR por su amistad con Bill France
y tenía pensado competir en más al final del
año. La temporada de Can Am estaba por empezar y
BRM le preparaba un auto Grupo 7 para manejarlo en el que
era el campeonato más rico del mundo, monetariamente
hablando.
Pedro tenía pensado correr en la fecha de Can Am
en Road Atlanta pero su BRM no está listo y tiene
libre el fin de semana del 11 de julio, algo raro en él.
Como también tenía pensado correr en la Interseries
europea, una especie de Can Am pero sin tantos premios,
y ese fin de semana hay carrera en el Norisring de Nuremberg,
Pedro recuerda que su amigo suizo, Herb Muller, le ha estado
insistiendo en que podría usar uno de sus Ferrari
512 para competir ahí. Los organizadores querían
verlo, era el imán de taquilla por su exotismo y
su arrojo, y cuando Herb le habla, se ponen de acuerdo en
cuanto sería el dinero de presentación si
Pedro corría, y lo negoció con los organizadores
alemanes.
Pedro acepta tripular el prototipo de Herb, quien correría
uno similar, y avisa en BRM y en el equipo Wyer de Porsche,
que va a ir a las 200 Millas del Norisring. A ninguno de
sus jefes le agrada la idea, pero no le prohíben,
como podrían hacerlo por contrato, correr, y Pedro
se lanza a Alemania, vía París.
El Ferrari 512 que correrá es uno que fue usado extensamente
en la película de ‘Las 24 Horas de Le Mans’
de Steve McQueen, y comprado posteriormente por el piloto
suizo para su escuadra personal que corría en el
mundial de autos Sport, y era un auto con mucho kilometraje,
sin mantenimiento oficial de fábrica. Eso no importa,
y Pedro lo pone en primera fila para la carrera, que se
corre a dos series de 100 millas cada una. El circuito pasa
frente a las tribunas de concreto donde desfilaban las juventudes
hitlerianas décadas atrás, y es una simple
serie de rectas con un par de horquillas en los extremos
y una Ese en medio. Vueltas de menos de un minuto son la
norma y Pedro está seguro de ganar.
Al día siguiente, domingo 11 de julio, asediado por
los admiradores alemanes, Pedro disfruta las carreras previas
y cuando es el turno suyo, se sube y desde la primera vuelta
encabeza el pelotón. Pasa 11 veces por la meta y
en la vuelta 12 la rueda delantera derechase desprende,
el auto choca contra la guarnición de concreto de
un poste, cruza el ancho de la calle y pega en el riel de
metal del otro lado. Se incendia y aunque los bomberos tardan
una eternidad en sacarlo, es por demás, Pedro tiene
rota la base del cráneo y no será posible
salvarlo, aunque en el hospital será donde lo declaren
muerto tras revivirlo varias veces. Aquí no hay coincidencias
de números, pero si coincidencias en que su auto
no estuviera listo para la carrera programada en EU y que
Pedro tuviera la filosofía de que un fin de semana
libre, sin carreras, era un fin de semana perdido. Pero
también decía que no importaba donde estuvieras,
en misa o cruzando la calle, cuando llegaba tu tiempo, era
imposible escaparse. Y él no pudo escapar a la libertad
de un fin de semana sin carreras.
© CEJV/SHRAC 2004
|