Cuando
Neil Armstrong dio su primer paso en la luna supo que lo que acababa
de hacer tendría una repercusión gigantesca para la
humanidad; y en su respectiva escala, algo así siento yo
el día de hoy después de haber concluído con
las actividades del 6° Seminario de Seguridad en Automovilismo
Deportivo y Atención Urgente al Piloto Traumatizado. Estoy
convencida que con esto abrimos el camino para muchos proyectos
más, que lejos de hacer un escenario o una pasarela de divas
del automovilismo, son nuestro granito de arena para contribuir
a mejorar la seguridad en el deporte que nos apasiona y que se ha
vuelto un estilo de vida para nosotros.
Al
igual que Neil Armstrong en su alunizaje, que contaba con una
miriada de gente trabajando con él, nosotros tuvimos un
ejército completo de personas que sin su arduo trabajo
y dedicación hubiese sido imposible realizar este ambicioso
proyecto. Gracias a todos ellos por enseñarme que la gente
sí es indispensable.
Hoy por la noche puedo
irme tranquila a dormir sabiendo que cumplimos nuestro objetivo,
que no era exclusivamente el de capacitar gente en las diferentes
áreas en las que trabajamos, sino crear conciencia de la
importancia de cada una de las tareas que desempeñamos
y crear una cultura de seguridad en el automovilismo deportivo.
La gran respuesta que tuvimos de los alumnos, cada uno de sus
comentarios, de sus preguntas y todo su entusiasmo nos hicieron
ver que vamos por el camino correcto y que este es sólo
el principio de muchas cosas que podemos hacer. Creo que demostramos
que en México tenemos toda la capacidad para enfrentarnos
a grandes retos y montar dispositivos de seguridad y operarlos
a la altura de cualquier lugar de Europa o del resto del mundo.
Y todo, como diría
un buen amigo mío, “para que los niños saquen
sus carritos a jugar”.