Los
accidentes automovilísticos relacionados con el alcohol son
una de las consecuencias agudas más serias del abuso del
alcohol. La mortalidad debida a estos accidentes es mayor en jóvenes,
causando muertes, discapacidades y pérdidas productivas para
la expectativa de vida. En Estados Unidos por ejemplo, los accidentes
automovilísticos son la principal causa de muerte en personas
por debajo de los 25 años, casi 70% de estas muertes involucran
al alcohol. Se estima que 15% de los accidentes no fatales involucran
a conductores que estuvieron bebiendo y en 95% de estos casos, la
concentración de alcohol en sangre fue mayor a 0.10%.
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Los
factores causales que influencian tanto la incidencia como la severidad
de las lesiones causadas por beber y conducir incluyen las condiciones
del camino, la experiencia y agudeza visual del conductor, la velocidad
y la presencia de equipo de seguridad como cinturones y bolsas de
aire. Se ha encontrado una prevalencia de intoxicación etílica
del 39.6% en personas que sufren accidentes automovilísticos;
existe una relación entre el uso de alcohol y/o drogas mayor
en los casos de personas que sufren accidentes automovilísticos
sin sujeción (38%), comparado con aquellos que sólo
utilizan cinturón de seguridad (26%) y los que cuentan con
bolsa de aire (11%).
Se dice que en México los hombres están
propensos 6 veces más que las mujeres a beber al menos 5
copas por lo menos una vez por semana en un mes (esto ya se considera
un bebedor fuerte) (OMS, 1999; Medina-Mora y colab., 2001). El consumo
de alcohol en adultos (calculado a partir de los 15 años)
es de 17.6 litros por año, siendo el 65º lugar a nivel
mundial según la OMS, esto sumado al hecho de que el 23%
de la población adulta en México son bebedores fuertes,
ponen a nuestro país en un alto riesgo de pérdidas
a corto plazo por el abuso de alcohol, como los accidentes automovilísticos
(Secretaría de Salud, 1995).
Los efectos biológicos agudos para la
salud a corto plazo del alcohol incluyen las alteraciones sobre la
coordinación física, la concentración y la facultad
de juicio, en circunstancias en las que estas cualidades son necesarias,
como conducir un vehículo. |
Las bebidas alcohólicas (alcohol etílico
o etanol) se absorben rápidamente en el torrente sanguíneo
a través del intestino delgado. El retraso en el vaciamiento
gástrico causado por ejemplo, por la presencia de alimentos,
hacen más lenta su absorción (lo que significa que si
piensan tomarse un par de copas, más vale que tengan algo de
alimento en el estómago). El alcohol se metaboliza en el hígado
y se excreta por orina y aliento, aunque también puede ser
detectado en sangre y en sudor. En humanos, los efectos conductuales
agudos del etanol varían de un individuo a otro debido a múltiples
factores como dosis, ritmo de ingesta, sexo, peso corporal, nivel
de alcohol en la sangre y tiempo transcurrido desde la dosis anterior.
El etanol tiene efectos conductuales
bifásicos: en dosis bajas, los primeros efectos que se observan
son desinhibición y una mayor actividad; en cambio, en dosis
más elevadas disminuyen las funciones cognitivas, perceptivas
y motoras. Los efectos sobre el estado de ánimo y las emociones
varían mucho de una persona a otra (Jacobs y Fehr, 1987).
El etanol incrementa la actividad inhibitoria y disminuye la actividad
excitatoria en el cerebro, lo cual significa que contrario a lo
que mucha gente piensa, el alcohol es un depresor, con efectos sedantes
y causa disminución en la memoria durante los periodos de
intoxicación (los famosos "black-outs"), causa
falla en la coordinación motora, desinhibición y cierto
efecto de disminución en la ansiedad, disminuye el campo
visual y dificulta la acomodación de la vista a los cambios
de luz e incapacidad para calcular las distancias, altera el sentido
del equilibrio, disminuye la resistencia física, aumenta
la fatiga y disminuye los reflejos. Sumado a todos estos efectos
fisiológicos, el alcohol causa un sentimiento de invulnerabilidad,
causa una subestimación de los riesgos, causa impaciencia
y agresividad y disminuye la capacidad de atención
La Concentración de
Alcohol en Sangre (BAC, por sus siglas en inglés), es la
medida para estimar la cantidad de alcohol en el torrente sanguíneo,
se mide en porcentaje (BAC de 0.10% significa 100 mg de alcohol
en 100 ml de sangre, o lo que es lo mismo, que una persona tiene
1 parte de alcohol por 1000 partes de sangre en el cuerpo), esta
medida es la que se utiliza para determinar las capacidades de una
persona con relación al alcohol, en muchos sitios definen
la intoxicación etílica con un BAC de 0.08%, aunque
se sabe que un BAC de 0.05% ya interfiere con las capacidades de
conducción.
Los factores que afectan el BAC son la cantidad de alcohol que se
ingiera, la velocidad de la ingesta, ya que el hígado es
capaz de metabolizar el alcohol a una velocidad estimada de una
copa por hora (12 oz de cerveza, 5 oz de vino o un shot de cualquier
otro licor) si una persona bebe a una velocidad mayor, el restante
va a circular en el torrente sanguíneo hasta que el hígado
sea capaz de metabolizarlo. Otro factor es el peso corporal, la
absorción alterada por el estómago lleno, tipo de
alcohol (a mayor concentración de alcohol, como en el licor
destilado, más rápida es la absorción), tipo
de mezclador (el agua y los jugos enlentecen la absorción,
mientras que las bebidas carbonatadas la aceleran), la temperatura
de la bebida (la caliente se absorbe más rápido),
sexo (las mujeres alcanzan un BAC alto más rápido
que los hombres, ya que tienen más grasa corporal).
¿Cómo conseguir un BAC por debajo de 0.05%? En los
hombres, la regla sería no beber más de dos copas
en la primera hora y no más de una copa por hora consecutiva,
en el caso de las mujeres, no más de una copa por hora. De
esta forma le damos tiempo al hígado para metabolizar el
alcohol y mantener las concentraciones de alcohol en sangre en niveles
seguros, para no poner en riesgo nuestra vida ni la de los demás.
REFERENCIAS
- Global Status Report On Alcohol, World Health Organization,
Geneva 1999
- Alcohol and Public Health in 8 Developing Countries, Substance
Abuse Department Social Change and Mental Health, World Health
Organization, Geneva 1999
- Major, M. Scott MD; MacGregor, Allison MD; Bumpous, Jeffrey
M. MD Patterns of Maxillofacial Injuries As a Function of Automobile
Restraint Use. Laryngoscope. 110(4):608-611, April 2000
- Neuroscience of psychoactive substance use and dependence;
World Health Organization Biblioteca Sede OPS - Organización
Mundial de la Salud, Washington, D.C: OPS, 2005
- Fundación de Investigaciones Sociales A.C., 2006
- Prevention Resource Guide: Impaired Driving (1991) MS434 Safer
Streets Ahead (1990) |
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