"Cuando los segundos cuentan"

Todos disfrutamos ver un rally de velocidad, ya sea por televisión o en la ruta, y en un sinfín de ocasiones hemos sido testigos de accidentes, desde pequeños despistes hasta aparatosas volcaduras, pero ¿Sabemos que es lo que sigue al accidente?, ¿Cómo llega el piloto y su navegante al hospital y termina en un desenlace feliz, dando entrevistas y relatando con orgullo su hazaña?, bueno, esto en el mejor escenario, pero aún así, ¿Qué es lo que pasa en esos minutos de expectación?

Hablaré de lo que sucede en el rallismo mexicano; existen dos tipos de operativos médicos, uno móvil y uno estático. Empecemos con el estático, conocido también como operativo FIA: se tienen autos médicos de primera intervención, a los cuales llamamos “VPI”, tripulados por un piloto experto y por un médico capacitado en maniobras de reanimación, equipados con los elementos necesarios para dar una atención inicial inmediata. Cada VPI se encuentra ubicado al inicio de cada tramo cronometrado y de ser necesario, según el kilometraje del tramo, en puntos intermedios. Estos autos van acompañados de una ambulancia, y en el mejor de los casos se cuenta además con un helicóptero para traslado aeromédico. En el caso de un accidente, el VPI es alertado vía radio y se desplaza para atender a la tripulación y de así considerarlo necesario, solicita la ambulancia o incluso el helicóptero. Este es el dispositivo ideal, siempre y cuando se cuente con toda la infraestructura necesaria para llevarlo a cabo, incluyendo una excelente comunicación vía radio entre todos los involucrados.

El otro dispositivo, al que llamamos móvil, se creó para cubrir las necesidades con las que habitualmente nos enfrentamos, de esta forma insertando un VPI entre cada 10 a 12 autos de competencia, esto quiere decir que sale un bloque de 10-12 autos, luego sale un VPI, después un bloque de 10-12 autos, un VPI y así sucesivamente. La finalidad de este sistema es que en el caso de un infortunado accidente, la atención médica llegue en menos de 10 minutos.

Como se podrán imaginar, en ambos casos los VPIs circulan a altas velocidades, particularmente en los operativos móviles, donde si bien se supone que la velocidad de un VPI no debe ser alta y que se solicitan entre tres y cuatro minutos al control antes de que suelten al siguiente bloque, también es cierto que debe desplazarse lo suficientemente rápido para no ser alcanzado por el bloque de atrás, y mantener un tiempo “de colchón” para poder trabajar en el caso de ser necesario. Todo esto recordando que los VPIs son autos de calle, proporcionados por el patrocinador en el mejor de los casos, sino, se trata de autos de renta o del auto del propio piloto. Estos autos evidentemente no cuentan con asientos especiales, ni con cinturones de cinco puntos, ni jaulas antivuelco y los que vamos en ellos no llevamos nomex ni casco.

Supongamos que hay un accidente dentro de un operativo estático, el siguiente auto en competencia debe detenerse a prestar ayuda y detener a los siguientes autos para que soliciten el apoyo. Después de una tercera confirmación al control del final del tramo de que se requiere ayuda (S.O.S. rojo o cruz roja que se encuentra en la libreta de ruta), se informa al VPI la ubicación del accidente o se identifica entre los puestos de radio donde pasó y donde ya no fue reportado. El VPI se desplaza a la escena del accidente e inicia la valoración de la tripulación.

En el caso de un operativo móvil, la secuencia sería la siguiente: durante el recorrido del tramo, se inspecciona la carretera por posibles marcas de llantas, los filos de los barrancos buscando indicios de algún accidente, etc. Al momento de identificar el accidente, ya sea porque hayamos sido alertados vía radio, por los espectadores, por que el auto esté en trayectoria o porque lo hayamos encontrado tras hacer trabajo detectivesco en la carretera, el piloto estaciona el vehículo en un lugar seguro y protegiendo la escena del accidente, se encarga de señalizar y se notifica vía radio del incidente y la ubicación del mismo. La tripulación es valorada, y se realiza una inspección rápida de los daños al auto para determinar la cinemática de trauma. Se da la atención médica requerida o las indicaciones pertinentes y en el caso de ser necesario, se solicita ambulancia, unidad de rescate, helicóptero y se da notificación al hospital.

¿Y qué es exactamente lo que hacemos en la escena?, lo primero que debemos hacer es valorar la seguridad, que estemos en un punto bien señalizado, que no tengamos que estar cruzando la carretera, que no haya más autos pasando a alta velocidad, que el vehículo no se encuentre en trayectoria o verificar la superficie (o profundidad) en la que se encuentra. Buscamos la presencia de fuego, humo, derrames, vidrio y que el auto esté estable para poder accesar a él. Identificamos qué tipo de accidente es, cuántas personas están involucradas y si requerimos de apoyos adicionales.

La teoría dice que si la escena no es segura no debemos ingresar, hasta que lo esté y no ponernos en riesgo al momento de estar laborando. Esto de verificar la escena es el punto inicial, pero no termina aquí, porque una vez asegurada, no podemos confiar en que va a permanecer de esta forma, por lo que debemos poner atención constantemente en todos los elementos a nuestro alrededor para no exponernos nosotros, en primer lugar, a nuestros compañeros, en segundo, y en tercero al piloto y/o navegante. El segundo paso es accesar al lesionado y hacer una evaluación rápida simultánea, lo cual significa que en apenas unos cuantos segundos verificamos el estado de alerta, la permeabilidad de la vía aérea, la presencia y calidad de la respiración y estimamos el estado circulatorio mediante la presencia y calidad del pulso y la coloración y temperatura de la piel. Una vez habiendo hecho esto, podemos determinar si un paciente está e estado crítico o no y el tipo de conducta a seguir. En el caso de un paciente estable, nos podemos enfocar en las lesiones específicas que no están poniendo en riesgo la vida y darles manejo. En el paciente crítico, la prioridad es abrir la vía aérea controlando la columna cervical, asegurar una adecuada ventilación y circulación, valorar el estado neurológico e identificar posibles lesiones que puedan poner en riesgo la vida y darles solución inmediata, y trasladarlo al hospital más adecuado en la forma más rápida y segura.

Esto puede sonar muy sencillo (y en realidad lo es) pero no hay que olvidar un importante punto… hay que sacar al lesionado del auto… así que todo esto se debe realizar en conjunto (si no es que muchas veces simultáneo) a la extracción. Para poder sacar a alguien de un auto, primero hay que meterse a él, previo apuntalamiento del vehículo (cuando es posible que se haga y las condiciones del terreno así lo permitan), corte de cables de corriente que puedan hacer corto, disparo de extinguidor sobre el motor y retiro de vidrios o material que pueda interferir con las maniobras. Se determina si es posible extraer al lesionado o si es necesario utilizar equipo hidráulico para cortar lámina y poder liberarlo. Ya sobre el piloto, se debe liberar el cinturón de seguridad (si no hay alguna contraindicación gravitacional para ello) y fijar la cabeza para retirar el casco (y HANS device, si es que lo utiliza) entre dos personas, se coloca un collarín cervical y sin dejar la sujeción de la cabeza del lesionado, se determina si se coloca un chaleco de extracción o se inmoviliza manualmente para sacarlo. El chaleco de extracción es un dispositivo a las veces de chaleco con varillas rígidas en su interior que se coloca alrededor del paciente para formar un arnés que lo inmovilice del tronco hasta la cabeza, una vez inmovilizado se rota al paciente para colocarlo sobre una tabla rígida y poder pasarlo a la ambulancia.

En el caso de encontrarse en un barranco, desfiladero o zona agreste por el estilo, podemos hacer uso de un sistema de cuerdas para rescate vertical y de esta forma llevarlo a suelo firme y a la ambulancia. Y si creen que el circo termina aquí, pues no: lo siguiente es el traslado en ambulancia, dentro de la cual se revalora constantemente al paciente, se toman signos vitales, se realizan procedimientos menores y todo esto en ruta al hospital. Uno de nuestros tantos corolarios en las urgencias dice: “Hágalo bien, hágalo rápido y hágalo en ruta al hospital”. Ya en el hospital se dan los cuidados definitivos que requiere el paciente o se estabiliza para ser trasladado en mejores condiciones a otro centro de trauma u hospital de tercer nivel. Y la cereza del pastel: nunca olvidemos llenar los partes médicos y reportes correspondientes.

Así que cuando los segundos cuentan… deben mantener la cabeza fría y las manos calientes.

Jenny Bertin

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