"Cuando
sólo vi cielo, a 170 kph, desde la lancha que peleó
el campeonato del mundo...¡ oh, oh !"
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Aunque
en esta columna generalmente escribo y comento de autos,
considero interesante esta experiencia en la (ahora extinta)
Nauticopa Marlboro.
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En
los autos de carrera uno se preocupa por acelerar
al entrar y al salir de las curvas... en las rectas
se revisan espejos, instrumentos (temperaturas y
presiones) sin dejar de acelerar a fondo. Hice lo
mismo en la pista de la Nauticopa Marlboro de Monterrey
(presa La Boca), hace algunos meses, cuando después
de los cinco "heats" programados y muy
peleados para el sábado, el piloto campeón
del mundo y -en ese entonces- organizador, Carlos
Kuri, me permitió dar vueltas en la pista
de mil quinientos metros nada menos que en la potente,
potentísima embarcación Marlboro de
Antonino (Nino) Riveroll # 11 con la que peleó
contra Guido Capellini, campeón mundial,
palmo a palmo en Tampico y segundo lugar del campeonato
nacional. |
Después
de asistir casi tres años a este tipo de
competencias por todo el país, no resistía
las ganas de probar estos túneles fabricados
en los EE.UU. (Lee Boats) de 4.80 m de eslora por
dos metros de ancho, hechos de kevlar. Los planes
estaban desde hacía varios meses pero no
se había dado la ocasión. Por fin
estaba enfundándome en el traje salvavidas...
zapatos, guantes adecuados, casco (por supuesto)
y recibiendo instrucciones detalladas de parte de
mi amigo y director del equipo Marlboro, Juan Luis
Álvarez. Nino (Riveroll) y yo somos de la
misma estatura (1.84) así que pude deslizarme
en la cabina justamente y los mandos (pedal y volante)
me ajustaban igualmente. Aunque soy nueve kilos
mas ligero que Nino, se decidió no hacerle
ajustes al balance de la embarcación. |
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"...
este es el switch maestro, esta es la marcha, aquí
está el choke (ahogador), etc. Este es el "trim"
(ajuste hidráulico del ángulo de la propela
en relación al casco de la lancha, que varía
de 90º a 120º grados)", me explicaron.
Les pedí dejaran el trim en un punto medio ya
que mi intención no era más que sentir
cómo se comportaban esta unidades, más
no la de imponer records.
El
equipo botó la lancha, me giraron y me dieron
la señal de que arrancara. ¡Vaya galleta
! (potencia)... inmediatamente despegó la punta
de la embarcación del agua y es una sensación
total de poder y de placer, ya que porta un motor Mercury
V-6 de 2,050cc con 250 caballos y pesa, completa, tan
solo 488 k Vaya que sí empuja (un auto mediano
de calle pesa alrededor de 1,000 k y tiene la mitad
de caballos y no es tan aerodinámico y además,
claro, no se levanta del suelo como la lancha, que intencionalmente
busca casi no tener fricción con el agua. Al
continuar acelerando (con el pedal) se escucha al motor
como va levantando las revoluciones "...no te pases
de 8,000 rpm" me dijeron, por lo que me cuidé
al llegar a 7,500... la percepción de velocidad
es intensa e inmediata, a los 200 metros, ya estaba
a más de 100 kph ... claro la carenatura (digamos,
carrocería) ayuda mucho por ser afilada y esbelta
y el cockpit (cabina sellada) permite un ángulo
muy razonable de visibilidad. Me enfilé a la
primera de las cuatro boyas que formaban la pista que,
aunque miden metro y medio de diámetro, a la
distancia se ven como pelotitas flotando (y eso que
son de ese rojo chillante de Marlboro)
Aunque podría pensarse que es casi plana, a esa
velocidad la superficie del vital líquido es
como empedrado, la nave va brincando y los zurcos de
otras lanchas son como vados (¡que lata!) pero
además te los encuentras de repente... ya que
el agua misma los disimula. Así las cosas, en
las siguientes boyas me fui dejando ir a más
velocidad ya que estos túneles se pueden derrapar
en el agua, casi dos metros en cada curva.
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Le
empecé a tomar más confianza a la
máquina así como en mí mismo
y en la tercera vuelta, en una de las dos rectas
largas (de 800 metros), como comento al inicio de
esta nota, aceleré todo... pero de repente
ya no sentía tantos tumbos, como si el agua
estuviera tranquila, lisa (qué a gusto).
Iba a 170 kph y aunque miraba hacia adelante...
dejé de ver el agua, sólo vi el cielo
¡Oh, oh! Debido a que no ajusté el
"trim" en los sensibles controles que
tiene en cada brazo el volante para ir "a fondo",
conjugado con mis nueve kg de menos y el aire en
contra de la lancha, provocó que "despegara".
Según el experimentado piloto Carlos Buitrón,
de la escudería "Chacho's" (agua
purificada que nada tiene que ver conmigo), son
décimas de segundo el tiempo que transcurre
entre que ves puro cielo y después negro:
el agua... ¡ hundido ! |
Por radio me indicaron que regresara
al pit ya que estaba empezando a hacer demasiado
viento, en donde el estadounidense Jay Price,
campeón de la Nauticopa por cuatro ocasiones,
me dijo que debido a que no me asusté y
no desaceleré de golpe, no ocurrió
nada. Al darme cuenta que estaba a más
de 45º sólo reduje un poco la velocidad
¡por fortuna! de otra manera al estar inclinado
y desacelerar de golpe, el aire entra por debajo
de la embarcación empujándola hacia
atrás y hubiera maltratado este sensacional
Túnel Fórmula Uno... con algunas
otras consecuencias más de riesgo personales.
Sin embargo son las que menos me preocupaban ya
que el equipo de rescate de NAUPRO (Náutica
Profesional) es completísimo y muy experimentado.
Aunque según me dijeron, en muchas ocasiones,
este tipo de accidentes tienen consecuencias fatales...
Bob Schubert, director técnico
del equipo me preguntó (en inglés):
¿Chacho, estarías dispuesto a subirte
otra vez? contestándole de inmediato y
muy entusiasmado: "right now" (ahora
mismo). Carlos Kuri me dijo que haremos otra prueba
en algún entrenamiento (gracias nuevamente,
Charlie). Todo lo anterior, además, aderezado
con las guapas edecanes de la cigarrera rojiblanca
que se pueden apreciar en las fotos...
Al día siguiente, Jay se
impuso en el total de los heats y Nino, quien
me felicitó por haberle "dado todo"
quedó en segundo lugar pero... las felicidades
deben de ser para ellos. Fíjense, yo estaba
casi solo en la pista, no me imagino peleando
con más lanchas y sobretodo recibiendo
la estela de agua de los demás.... si desde
antes respetaba este deporte y a sus pilotos ¡ahora
mucho más!
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Por:
Chacho Medina
chachomedina@sportcar.com
Basado en una columna que escribí para "Deporte
Motor"
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