Bajo la dirección del galo Jean Todt, la tercia del australiano Ross Brawn, el alemán Michael Schumacher y el sudafricano Rory Byrne, condujo a Ferrari a una etapa victoriosa no soñada con cinco títulos al hilo en pilotos y seis en constructores: Ferrari estuvo en la cima desde 1999 hasta 2004, luego tuvo dos años de subcampeonatos y regresó al tope en 2007, y retuvieron la corona de constructores en 2008, magra cosecha esta última cuando dominaron la temporada en triunfos y puntos. Todo empezó a derrumbarse con la salida del diseñador Byrne, el retiro del piloto Schumacher y el sabático del director técnico Brawn, mientras el director general Todt, se volvía cada vez más administrador. Ellos formaron una estructura multinacional con los mejores trabajadores disponibles sin importar su nacionalidad: tenían ingenieros irlandeses; diseñadores y aerodinamicistas franceses, ingleses e italianos; pilotos brasileños para acompañar al campeón, probadores de Italia, España y Brasil; y aunque la mayoría del personal era italiano, por razón geográfica o por conocimiento especializado como en el área de motores, siempre hubo posibilidad de entrar a Ferrari si se tenían las credenciales adecuadas.
A la par, Ferrari ha ido cediendo la proverbial eficiencia que los había vuelto una máquina imbatible. Para toda organización es difícil llegar a la cima, pero más es mantenerse. Y si en la época de Todt eran multinacionales, esa estructura se ha ido desmantelando poco a poco, de regreso a ser un equipo italiano casi por completo, aunque sin pilotos italianos como marca la propia tradición. Todos los directivos son italianos, en parte como reacción a la “traición” del británico Nigel Stepney (el que supuestamente le pasó los planos a Coughlan, de McLaren hace dos años), con todo lo que eso conlleva, malo y bueno. Pero en las buenas épocas vivía Enzo Ferrari, que era igual al Papa (no es broma) en cuanto a devoción generada entre sus fieles (y en Italia tenía más porque hasta los comunistas son tifosi). Esa devoción los hacía trabajar al máximo para complacerlo y no fallarle, con lo que el equipo tenía temporadas brillantes y otras no tanto cuando la inspiración del profeta erraba un poco. Ahora, son italianos, aman el rojo, son fieles a Maranello, tienen oficinas grandes, cómodas, trabajos buenos y la vida es para disfrutarse, como hacen todos en ese país, pero lo principal es que ya no está el guía y la fidelidad a, digamos, Luca Di Montezemolo, no es exactamente profunda. Por don Enzo, cualquier italiano trabajaría 24 horas, gratis, sin dormir ni comer con tal de complacerlo; por Luca, bueno, es necesario dormir, comer, atender a la familia y hay que pagar horas extra si queremos verlos después del fin de turno.
Con la italianización de Ferrari regresan algunas de las cuestiones típicas de la idiosincrasia latina. Yo recuerdo como se burlaban los equipos de origen anglo de las largas comidas de Ferrari (y Ligier), de su afición por el vino y de la desorganización que permeaba su táctica, con detenciones desastrosas, errores de estrategia y cálculos deficientes, además de autos de gran motor y chasises deficientes. Y si empezaban bien el año, era casi seguro que se durmieran en sus laureles para ser alcanzados antes del fin de temporada; si no, la campaña ya estaba perdida y no tenía sentido trabajar de más. Supuestamente todo eso cambió y la tecnología de Maranello no tiene par, pero yo veo signos de que la tela empieza a rasgarse y no hay quien la repare.
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El campeonato de 2008 no lo perdió Massa, lo perdió Ferrari, igual que Kimi se encontró el de 2007 por los errores y la batalla interna de McLaren. Los errores tácticos en las últimas carreras son frecuentes y los quieren reparar dejando a Schumacher fuera de la jugada; pero él no los hizo dejar a Felipe en los fosos en la Q1 china. Y los autos a prueba de balas ya no lo son tanto: el problema del aislamiento del KERS de Kimi en Malasia; la falla eléctrica del F60 de Felipe en China y la suspensión rota en Australia; el motor volado en Hungría 2008; y muchos otros. Aunque, quizás, el problema es que el equipo no da para tener dos autos competitivos a la par después de tantos años de un número uno indiscutido. El caso es que están sucediendo cosas impensables hace un lustro y la primera reacción es deshacerse de los foráneos. Y ya antes tuvieron un largo período negro (de 1985-1997), sin mucha competitividad, con pocos triunfos, y muchas angustias. Espero que esta italianización signifique recuperar la mística, la emoción, el honor de laborar para Ferrari y ser los mejores del mundo, pero si es simplemente un trabajo más para los de casa, Ferrari podría regresar a las épocas obscuras y los aficionados del equipo más popular del mundo no lo merecen. Yo, como le voy a Lotus…
ENCORE
Mario Domínguez ha sido muy vilipendiado últimamente por problemas que no tienen que ver con el deporte, una supuesta conducción y choque en condiciones impropias, a lo cual se opuso y osó enfrentar a la prensa amarillista que lo acosaba. Eso es u n pecado pues todos sabemos que la prensa e sintocable y ahora vemos el resultado. Mario ha sido contratado para correr en el equipo checo K+K Motorsport, uno de los contendientes al triunfo de la FIA GT clase GT1, o sea, la superior, en el cual hará pareja en un Saleen S7R con el checo Adam Lacko, notoriamente menos veloz que el capitalino, y enfrentarán a Karl Wendlinger (ex F1 con Sauber) y a Ryan Sharp (ex GP2), sus coequiperos, además de autos como Maserati, Corvette, Aston; Ferrari y Porsche, entre otros. Y va contratado por los checos, no con patrocinio mexicano que le asegure un asiento, lo cual es altamente inusual, pero es el profesionalismo de un piloto y su entorno el que determina si vale como profesional o como renta asientos. Claro, como Mario no les cae bien a los periodistas por su enfrentamiento de 2008, no hay notas acerca de él. Y creo que seguramente estará entre los punteros, probablemente un podio o dos en el año, incluso hasta una victoria si Lacko se pone las pilas, pues son carreras de dos horas generalmente, pero en las 24 Horas de Spa, si lo ponen con Sharp y Wendlinger, Mario podría aspirar al triunfo absoluto. Total que los mismos periodistas que lo atacaron ahora lo ignoran, dando como resultado que siga existiéndole mismo criterio que duró los 70 años del corporativismo en México. Está muy bien lo de la revolución democrática en México, ¿pero cuando le toca el turno al cuarto poder?
© CEJV/SHRAC 2009
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