Empezó
muy tenuemente disfrazada de una crítica y opinión
respecto a la decisión de la Federación Internacional
de Automovilismo de sancionar a McLaren con 100 millones de
dólares por su espionaje en contra de Ferrari, y se
ha desatado una batalla campal por el futuro de la FIA en
la que los hombres de las pistas parecen enfrentados a los
hombres del otro lado del riel.
Tras la decisión de la FIA en París hace un
mes, muchos medios británicos buscaron opiniones de
sus personalidades destacadas, entre ellas la del tricampeón
mundial Jackie Stewart, quien dijo que la decisión
no era sustentable legalmente y que era una puñalada
contra el deporte, aclarando que no defendía a Ron
Dennis, mucho menos a McLaren, sino simplemente le disgustaba
que el deporte se viera manchado por intrigas de pantalón
largo. Lamentó la descalificación de McLaren
del campeonato y dio su opinión de que los campeonatos
deben decidirse en la pista no en los tribunales, lo cual
parece que compartimos muchos aficionados en todo el mundo.
Pero hay mucho de trasfondo, pues nunca hubo amor perdido
entre Stewart y Max Mosley, el presidente de la FIA, quienes
provienen de sitios completamente distintos en la estratificada
sociedad británica. Max, hijo de un caballero (Sir
Oswald Mosley, jefe de los fascistas que buscaban que GB peleara
del lado de Alemania en la II Guerra Mundial) y Jackie, hijo
de un dueño de garaje en la rural Escocia. Pero el
hijo del garajista salió mejor piloto, deportista (nominado
al equipo olímpico de tiro en 1964) y dueño,
pues su Stewart Racing ascendió de la F3 y F3000 a
la F1 y ganó un Gran Premio en su breve vida de tres
temporadas antes de ser vendido a Ford y luego a Red Bull,
mientras Mosley fue piloto de F3 y F2 bastante mediocre en
los años 60 y luego fundador de March, que nunca hizo
mucho en los campeonatos, y cuyo primer auto el 701 fue usado
por Stewart en 1970 y tuvo algunas victorias con el propio
Sir Jackie, Vittorio Brambilla y Ronnie Peterson. Msley se
alió con Bernie Ecclestone y juntos formaron la FOCA
que se batió contra la FIA (más bien contra
su brazo deportivo, la FISA) por el control de la F1 y terminó
con Bernie de dueño de los derechos y Max de presidente
de la FIA, nada mal para un abogado cuya carrera política
estaba vedada en Gran Bretaña por el apellido familiar.
Entonces,
¿cómo podía permitir un hijo de la nobleza
que lo atacara un hijo de un pequeño propietario, aunque
ahora el que es ‘Sir’ es este último? Todavía
hay clases sociales y la respuesta de Max fue brutal. Pasaron
un par de semanas y súbitamente Max decidió
irse a la yugular. Sin dar nombres habló de que un
“medio-tonto certificado” y “vestido como
artista de vodevil de hace décadas” había
parloteado de más acerca de temas que no conocía
y espetó que al pobre hombre nadie le hacía
caso y la gente se reía de él en el paddock
y que debería quedarse callado y dejar de dar lata.
Hagamos de cuenta un pleito en el patio de la secundaria.
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La reacción
no se hizo esperar, pues Jackie es disléxico y tuvo
problemas escolares de chico (que sacó adelante gracias
a su destreza deportiva) por lo que nunca aprobó los
exámenes para universidad, lo cual Max transformó
en “medio-tonto certificado”. Stewart se viste
con un atuendo muy escocés, en el paddock, pues su
patrocinador principal es el Royal Bank of Scotland (RBS)
que ven en los anuncios de las pistas y en el Williams-Toyota
y sigue usando pantalones acampanados, pelo más largo
de lo que el abogado Mosley recuerda de sus juventud y una
boina también en un diseño de tartán
escocés que cuadran con la imagen del tricampeón.
Y su agenda siempre está llena, y los pilotos (me consta)
lo van a ver para pedirle consejo en muchos aspectos. Además
acaba de ser presidente del BRDC (British Racing Drivers Club)
y peleó la batalla contra Bernie por el futuro del
GP Británico en Silverstone, propiedad del BRDC. Y
ni Bernie ni Max son miembros, porque sus resultados en las
pistas no lo ameritaron según me dicen, y eso es otra
causa de que hay una enemistad entre ellos y otros tipos emanados
de las pistas como Sir Frank Williams, y Ron Dennis, todos
hijos de gente de clase media-baja pero con aspiraciones que
llegaron a colocarlos en l cima del deporte motor.
Y lo que estamos viendo es la escaramuza inicial de la batalla
en la que los hombre de las pistas, como Jackie y su primer
apoyo, Damon Hill, el presidente del BRDC y también
campeón mundial, quien fue el primero en defenderlo
del ataque de Mosley, van contra los hombres de pantalón
largo que controlan el automovilismo. Ya se empezó
con la petición de la renuncia de Mosley, quien lleva
ya casi dos décadas al frente del deporte motor mundial
y la descalificación de Max a sus críticos.
Pronto crecerá la batalla por el corazón de
la disciplina y habrá que tomar partido. Esperaría
yo que triunfe el deporte y los que lo representan de corazón
y no de interés.
© CEJV/SHRAC 2007
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