Las penalizaciones que dan pie a los rumores de parcialidad

"With the silence that speaks of shattered words, of promises broken…"
Pink Floyd

Tras una ausencia de viaje a Europa, de trabajo, regresamos a la actividad para encontrar que las penalizaciones se han convertido en parte importante de algunos de los campeonatos del mundo, no tanto por lo que causan, sino por lo que se oculta detrás de ellas.

En la Fórmula Uno el Gran Premio de Hungría fue la última fecha antes del receso de tres semanas del verano y los comisarios del evento empezaron el problema al sancionar al campeón mundial Fernando Alonso, de Renault, con dos segundos por violaciones al reglamento como rebasar bajo amarilla. Aparte de que en Australia esa misma falta le había costado 5,000 dólares pero no tiempo en su calificación, un video dado por Renault a los medios muestra que el banderero saca la amarilla a última hora, cuando el Renault ya está frenando para la curva en una línea de rebase y, además, es por muy breve tiempo, sin que el piloto tenga mucho margen de reacción.

Claro está que las protestas fueron de gran tamaño y al día siguiente los comisarios, cual árbitros de panbol, emparejaron la situación al añadirle dos segundos también al máximo rival del español, el heptacampeón Michael Schumacher, de Ferrari. Al alemán le achacaron rebasar cuando la bandera roja salió en la pista por un incidente, lo cual es más riesgosos que lo de la amarilla de Alonso, pues la roja implica disminuir la velocidad y prepararse a hacer alto total. El caso es que muy salomónicos los jueces les dieron dos segundos a cada uno y con eso nos otorgaron una de las mejores carreras que hemos visto en mucho tiempo, que culminó con la victoria, un poco fortuita, de Jenson Button, de Honda, tras 113 intentos previos sin fortuna para el inglés. Y los de Honda no ganaban con un equipo completo desde Italia, en 1967, cuando John Surtees les dio el triunfo.

Pero al final del GP húngaro descalificaron a Robert Kubica, el polaco debutante, quién tuvo la mala fortuna de que su BMW-Sauber pesara menos de lo estipulado, un par de kilos apenas, y perdió el punto obtenido, que fue a caer de rebote en el ‘Schuminator’, lo cual desató más especulaciones de favoritismo hacia el alemán, quien ahora tiene solamente 10 unidades de desventaja sobre Alonso cuando restan cinco fechas del mundial.

El caso es que hay una corriente que insiste que la FIA intenta darle el campeonato a Schumacher, el octavo, y a Bridgestone, de pasada, para agradecer el apoyo de Ferrari en sus batallas contra la formación de un campeonato paralelo a la F1, y también porque la llantera Michelin le debe algunas a la FIA, específicamente la del GP de Estados Unidos en 2005, cuando retiraron a sus autos y, por eso, la FIA escogió a Bridgestone como única proveedora de la máxima categoría a partir de 2007. No van a dejar que Los llanteros franceses se vayan como campeones, dicen las suspicaces lenguas, y favorecen al principal equipo de la llantera japonesa, o sea, Ferrari.

 

Yo no tengo evidencia, pero la técnica, si es que existe, de la FIA, es mala, pues nada va más contra el deporte que la falta de competencia y muchos ya estamos hartos de la dominación de Ferrari y Schumacher en este siglo, por lo que dudo mucho que Bernie Ecclestone quisiera prolongarla, les deba o no supuesto favores. Lo que Bernie quiere es competencia, que gane el mejor y los ratings suban para poder vender su producto más caro. La dominación de Ferrari va en contra, por lo que no creo enteramente esas teorías de la conspiración.

Del otro lado del Atlántico el de la controversia es Paul Tracy, el Forsythe Racing, cuyo dueño Gerry es también el hombre que pone los billetes en Champ Car, aunque Kevin Kalkhoven de la cara. A Tracy lo multaron con dinero y puntos y pusieron en observación por el incidente que acabó a golpes con su compatriota Alex Tagliani, en San José, la cual tiene un Gran Premio únicamente porque KK vive ahí, pues el circuito es más feo que tus pesadillas.

Luego vino el GP de Denver y Tracy, tras hacer un rebase que ocasionó el trompo de Mario Domínguez, en la última vuelta protegió a AJ Allmendinger, su coequipero, y le cerró el paso a Sebastien Bourdais, quien es líder del campeonato y es seguido en él por AJ, precisamente. Sebastien se fue por fuera y lo pasó, pero al frenar Tracy como que perdió el auto y, en vez de buscar la trayectoria a la izquierda con el flujo de la curva, dio un volantazo a la derecha para llevarse a Bourdais y acabar ambos a unos metros de la meta con los autos chocados. Hubo un conato de pelea y al final a Tracy nada más le dieron una multa de 25 mil dólares, pero lo significativo fue le abrazo de Forsythe en cuanto llegó a los fosos.

Se supone que cuando estás en “probation”, si tienes otro incidente la suspensión es automática, pero aquí sí es obvia la manipulación de la discrecionalidad, pues la multa la paga de su bolsillo el equipo, o el mismo Paul que gana 20 veces más en un año, sin contar lo que se mete por fuera. Y la descarada protección hacia el equipo Forsythe sigue en pleno, como ha venido sucediendo desde años atrás, cuando Paul se ha visto involucrado en incidentes contra todo tipo de rivales, incluso mexicanos, como contra Michel Jourdain en Portland hace unas temporadas.

Esa es la diferencia entre una categoría de dueños privados, que dejan que los demás se les acerquen, pero no tanto como para que haya igualdad en el capo de juego, y una pública con la controversia propia de lo que está abierto al público. En fin, solamente queda decir que hay penas que dan pena.

© CEJV/SHRAC 2006