Las carreras
de autos pueden haber cambiado para siempre, de acuerdo a
una visión que me vino al estar observando un resumen
de las 24 Horas de Le Mans en la pasada semana. Quizás
el cambio no sea muy pronto, o quizás lo pasen otras
tecnologías, ya que la del diesel tiene mucho tiempo
de haber sido descubierta, es tan antigua como el tradicional
motor de combustión interna de gasolina que usamos
mayoritariamente en los autos de hoy en día. No lo
sé, pero a veces un pedazo de futuro es difícil
de discernir cuando no sabes que parámetros usar, y
podría ser el caso.
Audi fue empujado por las reglas del Automobile Club de l’Ouest
(ACO), el tradicional organizador de la clásica de
las 24 Horas desde hace 74 ediciones, a deshacerse del prototipo
R( que había hanado casi todo desde el 2000, incluyendo
victorias en Le Mans en todos los años del siglo, excepto
2003, cuando les ganó el Bentley EXP Speed 8, un prototipo
coupé que usaba el mismo motor de los spyder R8, o
sea su hermano, o de perdida primo.
El substituto del R8 fue el R10, que se proyectó con
motor diesel para hacer más interesante la apuesta,
ya que la única competencia de Audi es realmente la
propia firma alemana. Es un desarrollo tecnológico
interesante e inédito ya que los motores diesel no
han sido usados en competencias de alto nivel (excepto en
algunas de camiones, mismas que no se pueden considerar de
mucho nivel) nunca.
Han existido autos de motor de gasolina, turbina, tracción
en las cuatro ruedas, motor rotatorio (como el Mazda que ganó
Le Mans en 1991), turbocargados, supercargados, motos de 2
y 4 tiempos y todo tipo de variaciones sobre los temas, usando
carburadores, inyección, o incluso la afamada inyección
directa multipuestos variable y no sé que tanto más
que tenía el motor del R8 y lo hacía consumir
menos combustible que sus rivales, con lo que podía
seguir ganando carreras pese a que se había limitado
su potencia con restrictores de aire al motor. Pero diesel,
nomás no. El único diesel en las carreras era
el de la orden: “Dice’l ingeniero que le cambies
las espreas….”.
Pues en 200 días, desde que rodó por vez primera
el R10 en la pista de Misano, Italia, a que ganó en
Le Mans, Audi ha completado una hazaña tecnológica
de gran magnitud y ha vencido en Le Mans, obteniendo además
el tercer sitio con el segundo de sus prototipos R10, manejado
por el heptacampeón Tom Kristensen, de Dinamarca. Y
el auto jamás perdió el ritmo, no falló
en 24 Horas de carrera, como no había fallado el mes
de marzo pasado al correr las 12 Horas de Sebring de la serie
American Le Mans y conseguir su primer triunfo de importancia.
Pero hay que recordar que en 24 horas las posibilidades de
falla son mucho más del doble de las de 12 horas, pues
el desgaste no se duplica, se multiplica exponencialmente
y la probabilidad de falla crece más allá de
lo razonable, especialmente cuando el equipo no era tan grande,
el Joest Racing que tiene 97 personas (Ford ganó Le
Mans en 1966 con más de 400) y obtuvo su octavo triunfo
en la clásica francesa: las seis de Audi y dos más
con Porsche.
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Pero
analicemos algunos datos interesantes:
El auto ganador completó 380 vueltas, equivalentes
a 5,187 kilómetros a un promedio de 215.049 kph, todos
récords, aunque el motor ganador, un monoblock de aluminio,
dio en total 469 vueltas (6,402 kilómetros) contando
la clasificación, prácticas y calentamiento
previos a la carrera.
Gracias a la economía del motor V12 y su sistema de
inyección TDI, el auto usaba 41 litros de gasolina
cada 100 kilómetros y paraba cada 14 giros, pero la
potencia total es de más de 650 caballos de fuerza
y el torque es un impresionante 1100 newton metros (más
de 700 libras/pie) en un rango que va desde poco más
de 1,000 a 5,000 revoluciones por minuto, que es el tope del
motor por las características de la máquina
diesel, y se mantiene en una curva casi plana de potencia,
lo cual indica que podrían andar en tercera casi todo
el circuito excepto por las rectas largas, como comentó
uno de los pilotos. Para el final de la carrera, los autos
ya paraban hasta cada 16 vueltas y el auto ganador hizo 27
detenciones en los fosos en las 24 horas, 4 minutos y 47.325
segundos de carrera, pero dos de ellas fueron no programadas,
una por una problema en la caja y otra por una pinchadura,
y en total estuvo menos de media hora en los fosos en toda
la carrera. La vuelta rápida la hizo Tom Kristensen
en 3’31.211” a 232.658 kph, pero la Posición
de Privilegio la obtuvo Rinaldo Capello con 3’30.466”
(233.482 kph).
Sin embargo, pese a ver el futuro, hay que recordar a Pedro
Rodríguez. En 1971, él impuso la marca que nunca
será superada de 3’13.9” en una vuelta
al circuito, a más de 250, aunque no tenía las
dos chicanas de la recta, pero lo ganadores ese año
fueron marko y Van Lennep, quienes completaron 396 giros para
5,335 kilómetros a un promedio de 222.3 kph, lo cual
sigue siendo el registro de la carrera. Claro que el diesel
podría ser el esbozo del futuro, pero el pasado glorioso
pertenece a un mexicano. Eso es algo que debemos pensar. ¿Qué
tanto ha avanzado el país cuando hace 35 años
teníamos a lo mejor del mundo y ahora apenas si podemos
dar lástimas en el panorama automovilístico
internacional?
Eso es para ponerse a reflexionar y dar gracias, de nuevo,
por haber sido alguna vez los mejores del mundo en un deporte,
algo que en el panbol, por ejemplo, nunca tendremos.
© CEJV/SHRAC 2006
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