¿Ordenes de equipo o el patético espectáculo de Ferrari?

Este fin de semana se corrió el G.P. de Mónaco y la verdad ni ganas tenía de verlo. Yo soy aficionado de hueso colorado, tengo unos veintitantos años de no perderme un Gran Premio, aunque esté de vacaciones, pero el GP de Austria simplemente fue demasiado.

Para mí ver una carrera implica que quiero que los pilotos corran entre ellos que se disputen un campeonato y que haya emoción. Las carreras de la Fórmula Uno tienen mucho tiempo que parecen procesiones y aunque no me importa que un equipo haga el 1-2, o sea que su superioridad técnica se manifieste, si me interesa que haya competencia. De hecho yo disfrutaba enormemente los duelos Prost vs. Senna en McLaren o Piquet contra Mansell en Williams, o si vamos más allá las de Pedro contra Siffert en los Porsches 917 son mis carreras favoritas, pero lo que sucedió en Austria hace un par de domingos fue el colmo y no tiene que ver con el 1-2 de McLaren, eso es tolerable como fue tolerable el 1-2 de Mika con David a fines de la década pasada.

No estoy contra las órdenes de equipo, hay veces que son necesarias cuando un título está en juego, pero en la sexta carrera de la temporada me parecen una falta de respeto a los espectadores. Habría que ver si realmente ese es el deporte que queremos ver o simplemente nuestro deporte se ha convertido en otro negocio. Y habría que apagar el televisor el domingo a la hora de la carrera, como muda protesta de que no nos gustan estos cochupos, queremos ver un deporte, no una estructura de negocios corporativa decidiendo quien gana.

Antes de seguir confieso que siempre fui fanático de Lotus, Jim Clark, Graham Hill, Jochen Rindt, Emerson Fittipaldi, Ronnie Peterson, Mario Andretti, Carlos Reutemann, Elio de Angelis, Ayrton Senna, Nelson Piquet y otros grandes pilotos del equipo. Nunca me gustó mucho Ferrari, demasiado maquiavélico para mis gustos, pero siempre fue un adversario leal y en ciertos momentos, como cuando Gilles Villeneuve manejaba el 126C, hasta admirable, pero en general Ferrari no me emociona, excepto cuando hablamos de las épocas de los Rodríguez en esos autos.

El hecho de que ahora se esgriman órdenes de equipo para darle la victoria a Michael Schumacher, nada menos que en la sexta carrera de la temporada cuando el alemán lleva 4 victorias en las 5 primeras, es una farsa y un insulto para cualquier aficionado, aún para los tifosi. Queremos ver carreras no demostraciones que terminan con Schumacher adelante. Si el nazi mayor (Ralfito es el nazi menor) domina y gana pues que acabe adelante, pero si su coequipero lo tiene que dejar pasar porque el contrato así lo especifica, entonces ya no es deporte, aunque Luca di Montezemolo diga que Don Enzo Ferrari hubiera aprobado la orden. Quizás si, quizás no, pero cuando menos lo hubiera hecho en una forma mucho menos abierta, no exhibiendo a sus pilotos como un par de títeres, bien pagados, pero títeres. Y cuando menos Ralf tiene el pretexto de que corre en un auto distinto y quizás no es suficientemente bueno para rebasar a su hermano, pero Rubens siempre estuvo adelante hasta 100 metros antes de la meta en Austria.

Y luego el espectáculo de Schumacher saludando a la gente en cuanto cruzó la meta, como si realmente hubiera merecido la victoria, fue patético, digno del nazi que como campeón nunca ha hecho gran cosa, a menos que derrotar a una bola de pilotos medianos o buenos pilotos en autos medianos sea algo relevante. Y podrá tener 50 y llegar a 100 victorias, que eso no lo hace grande, simplemente deja ver lo árido del desierto en el cual maneja. Y la referencia nazi viene muy al caso cuando recordamos que en las carreras como el GP de Trípoli (en la colonia italiana que ahora es Libia) fue ganado por un italiano pues así convenía a los destinos del Eje, cuando el verdadero ganador fue un alemán (Varzi y Stuck respectivamente por si alguien quiere checar).

Claro que cuando Schumi se bajó del auto y escuchó los abucheos y hasta la cara de disgusto de su hermanito, el nazi mayor se puso en función de lágrimas de cocodrilo y le dio trofeo y sitio a Rubens, pero eso no le quita el oprobio universal por su acción. Si realmente hubiera querido hacer algo, no hubiera pasado a Rubens, o de plano hubiera aceptado la decisión con todas sus consecuencias, pero no se vale quedarse con los puntos y lamentar la situación pues de todos modos gana aunque llore lágrimas de utilería. Cuando menos Rubens llora de verdad cuando gana (como verán, Roberto Moreno no es el único).

Y no se trata de pegarle a Ferrari, se trata de recordar que hay situaciones que pueden ameritar órdenes de equipo, hay formas de llevarlas a cabo y hay maneras de manejarlas, y ninguna se usó en este caso. Fue simplemente la odiosa demostración de que gana quien deciden los de pantalón largo, que ciertamente nunca fueron muy buenos manejando. Podemos recordar un par de ejemplos. En 1962, Phil Hill defendía su campeonato del mundo en Ferrari y en el GP de Bélgica su coequipero estuvo adelante toda la carrera hasta que faltando una vuelta le avisaron que dejara pasar a Phil, quien tenía más puntos en el campeonato. Tanto Phil como su coequipero, Ricardo Rodríguez, sabían que Phil era el que iba a pelear el campeonato y las órdenes se acataron, lo cual nos quitó la gloria de que Ricardo hubiera sido el hombre más joven en tener un podio en la F1, aunque en su momento fue el más joven en tener puntos en la F1 (hasta que le rompió el récord Button por la descalificación de Coulthard en Brasil 2000). Phil llegó tercero y aunque no pudo defender el título, el cual ganó Graham Hill sobre Jim Clark en Sudáfrica, fue una orden de equipo razonable. Ricardo quedó cuarto, muy molesto, pero obedeció una orden razonable. En contraste tenemos a Williams ordenando en 1981 a Reutemann dejar pasar a Alan Jones en Brasil cuando iban haciendo el 1-2 y Carlos se negó y ganó, para perder el campeonato a final del año por un punto cuando su equipo no lo apoyó. Ordenes de equipo en el principio del año, que son irrazonables, y un piloto con pantalones que se negó a acatarlas.

Y podemos ir más lejos, con un ejemplo de CART: en 1999 faltando tres fechas para el final de la temporada, con Dario Franchitti peleando el título contra Juan Pablo Montoya, en el GP de Houston Franchitti llegó segundo, detrás de su coequipero Paul Tracy, y el dueño del equipo Green se negó a dar órdenes para que Paul dejara pasar a Dario. Resultado, Dario perdió el campeonato en el desempate contra Montoya y esos 4 puntos extra de Houston le hubieran servido para coronarse. Pero nadie se queja y las decisiones se toman en base a valores, no en base a que gane un piloto, aunque habría que decir que en CART no hay campeonato de equipos y quizás eso sea parte del estilo distinto en comprender las órdenes de equipo. Pero en CART, como solía ser en la F1, gana el que llega adelante no el que quieran los directivos en los fosos.

Y en cuanto a Rubens, pues ya mejor que maneje sin pantalones digo, para que no nos dé ese penoso espectáculo al final de la carrera. Digo, una prostituta que gana 10 millones de dólares es una prostituta muy bien pagada, pero no deja de ser prostituta por el hecho de cobrar mucho. Y el que le da las órdenes, aunque sea australiano, alemán o francés o italiano, no deja de ser su chulo. Lamentable que nuestro deporte haya llegado a estos niveles comparativos.

Carlos Jalife.

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